Saltar al contenido

Ira

¿Era Dostoyevski un histérico? ¿Practicaban los Mann perversiones en grupo? ¿Por qué estaba tan enmadrado Kerouac (¿y por qué nunca creció)? ¿De dónde le venía a Kafka la vocación de solterón?

Tanto sensacionalismo es una respuesta al último acercamiento a Emily Dickinson por parte de Babelia, que la retrata como una mujer frustrada que vestía de blanco y se evadía escribiendo sobre las flores. La vida privada de los escritores, una vez más, objeto de impertinencias, cuando no de biopics morbosos.

¿Hay alguna pizca de amargura en los versos de Emily? ¿Acaso no son el reflejo de una persona en paz consigo misma? Suponemos que el trato sería distinto si hubiera sido una sufrida esposa y madre de ocho hijos de principios del XIX que, además, encontraba tiempo para crear la mejor poesía. Pero eso no hubiera sido posible.

Fin del desahogo… por cierto, ¿a quién no le favorece el blanco? : o )

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.