Teruel es una delicia en primavera. Al marcharte echas de menos sus fuentes, hay caños en casi todas las esquinas, bajo el Torico y en todas las plazas de Rubielos de Mora, y de Mora de Rubielos, y de Alcalá de la Selva… En Concud los restos fósiles dejan un rastro blanco en la roca. Sus campos de trigo invitan a la felicidad.
(A mis -inexistentes- lectores infantiles: no os perdáis Dinópolis: hay un dino en cada esquina ; o )