Camino al trabajo veo más perros con pedigrí de los que he visto en toda mi vida. Coincido con gente que va vestida como si fuera a aparecer en Vanity Fair. Pero lo que más me sorprende de estas calles es que son cambiantes, me encuentro con una boutique nueva cada día, un bar recién estrenado y, para mi sorpresa (perdón por mi ignorancia), hoy he descubierto una placa que recuerda que allí murió Gustavo Adolfo Bécquer.
Nunca imaginé que acabaría publicando aquí un poema de Bécquer, pero ahí va. Todo sea por el asombro, que sigue. Este lo conocemos todos, cantad conmigo : o )
Del salón en el angulo oscuro,
de su dueña tal vez olvidada,
silenciosa y cubierta de polvo,
veíase el arpa…
Bécquer murió en Toledo… Puede ser? Lo cual te convierte en toledana (al menos, de residencia)