El Quijote lo he leído dos veces, ambas por obligación. En las dos ocasiones me gustaron especialmente los capítulos en los que Don Quijote y Sancho van a Cataluña con el bandolero Roque Guinart, al que durante años, por error, he llamado Roque Guitart, con t. Me he acordado de ese pasaje cuando he leído, por casualidad, este poema de Joan Maragall:
Sola, sola enmig dels camps,
terra endins, ampla és Castella.
I està trista, que sols ella
no pot veure els mars llunyans.
Parleu-li del mar, germans!
Y este es un extracto del capítulo 61 del Quijote, el más mediterráneo de todos. Roqueta Guitart llora cuando lo lee:
Tendieron don Quijote y Sancho la vista por todas partes: vieron el mar, hasta entonces dellos no visto; parecióles espaciosísimo y largo, harto más que las lagunas de Ruidera, que en la Mancha habían visto; vieron las galeras que estaban en la playa, las cuales, abatiendo las tiendas, se descubrieron llenas de flámulas y gallardetes, que tremolaban al viento y besaban y barrían el agua; dentro sonaban clarines, trompetas y chirimías, que cerca y lejos llenaban el aire de suaves y belicosos acentos.