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Imaginaciones

Siempre he sentido una admiración sin límites por las tres grandes escritoras de la posguerra, no sólo por lo que han escrito sino por lo que su figura significa. Por las tres, sin favoritismos: Martín Gaite, Josefina Aldecoa y Ana María Matute. Tras leer una entrevista con esa ancianita de la fotografía siempre me quedo en paz conmigo misma. Sus novelas y sus cuentos siempre me recuerdan el poder salvador de la imaginación (y de la literatura).

Durante meses he andado en busca de una explicación a la alegría, que contraponía a la felicidad por lo que tiene, para mí, de búsqueda dentro de uno mismo. Y leer hoy esto me ha aclarado bastantes cosas:

Me he aferrado tanto a los sueños que a veces no me han dejado ver la realidad, y por eso me han tomado tanto el pelo y se han reído tanto de mí, y no es que yo no viera las cosas, no, es que no quería verlas. No estoy arrepentida; por lo menos me he salvado de otras cosas. No soy una mujer amargada. Con la mitad de lo que a mí me ha pasado en la vida, otras mujeres estarían amargadas; yo no lo estoy, tengo ilusiones, esperanzas y proyectos.

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