Se habla muy poco de la muerte, tal vez sólo los artistas y los ancianos les dedican su atención. Hoy cuenta Javier Cercas en El País Semanal que todos atravesamos dos muertes:
… la primera no es real: uno se muere y, durante algún tiempo, hay personas que aún se acuerdan del muerto, como si éste estuviera aferrándose a ellas para no morir del todo; la segunda muerte, en cambio, sí es real, porque en ella ya no queda ningún vivo a cuya memoria pueda aferrarse el muerto…
Primero llega la muerte, y después el olvido. Pero, en algunos casos, cuando una persona fallece muy anciana, ¿no hay una «muerte» anterior a la física? Seguro que todos hemos oído a menudo estas expresiones: «¿ese hombre aún vivía?», «¿Reagan murió ya?»… Me refiero a esa silenciosa despedida de los que saben que la muerte está cerca, como la matriarca Úrsula de Cien años de soledad:
La enterraron en una cajita que era apenas más grande que la canastilla en que fue llevado Aureliano, y muy poca gente asistió al entierro, en parte porque no eran muchos quienes se acordaban de ella, y en parte porque ese mediodía hubo tanto calor…