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Vino en un barco…

Él vino en un barco, de nombre extranjero
Lo encontré en el puerto un anochecer…

En Shakespeare estará todo, pero en la copla también. He descubierto que la mayoría de las grandes coplas llevan la firma de Rafael de León, capaz de condensar grandes tragedias en un puñado de versos:

A tu vera es el sufrimiento absoluto, la mujer engañada que se ha empeñado en conseguir lo que quiere pese a las advertencias (que no mirase tus ojos, que no llamase a tu puerta, que no pisase de noche, las piedras de tu calleja…). La protagonista incluso se enfrenta a maleficios:

Ya pueden clavar puñales,
ya pueden cruzar tijeras,
ya pueden cubrir con sal,
los ladrillos de tu puerta

Algo menos profana, pero igual de dramática, la mujer de Te lo juro yo, que se da cuenta demasiado tarde de lo que ha perdido:

Por ti contaría la arena del mar
por ti yo sería capaz de matar
Y que si te miento me castigue Dios
y eso con la mano sobre el Evangelio te lo juro yo

La de Y sin embargo te quiero es la madre soltera que acuna a su niño mientras el padre sigue su vida y ni se acuerda de ella, que es capaz de cantarle eso de que se me paren los pulsos si te dejo de queré, que las campanas me doblen si te farto arguna ve:

Vives con unas y otras
y na se te importa de mi soledá;
sabes que tienes un hijo
y ni el apellido le vienes a da

Igual de difícil lo tiene La Zarzamora, que tenía fama de mujer de hielo hasta que cayó en las redes del hombre menos adecuado:

Lleva anillo de casao, me vinieron a decir
Pero ya le había besao y era tarde para mí

El premio a la copla más cinematográfica, a poca distancia de Tatuaje, se lo lleva Ojos verdes, ese canto al one-night-stand que en su día fue censurado por su apología de la «mancebía». ¿Qué es lo que ocurre entre el protagonista de Ojos verdes y la serrana? Los últimos versos lo explican todo:

Subí a mi caballo y un beso te di
y nunca otra noche más bella de mayo
he vuelto a vivir

Rafael de León firma también uno de los mejores versos de la copla en Ay pena penita pena, un canto de pena por el amado que está entre rejas:

Me duelen los ojos de mirar sin verte
reniego de mí
Que tienes la culpa de tu mala suerte,
mi rosa de abril

Y, para terminar, el gran himno al fetichismo, que no es de Rafael de León sino de Oliveros, Castellví y Padilla: El relicario:

Pisa morena, pisa con garbo
que un relicario, que un relicario me voy a hacer
Con el trocito de mi capote
que haya pisado, que haya pisado tan lindo pie

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