Como me descuide, este weblog puede acabar subtitulándose «Camino de perfección». El caso es que he terminado ahora Ella, maldita alma, y me ha gustado, como siempre, ese tono tan próximo de Manuel Rivas, su literatura de buenos sentimientos, no sé si consciente o no.
Me intrigan mucho los motivos que llevan a algunos a darse a la bebida, no el hecho de beber para pasar un buen rato sino el estado de ánimo de quienes acaban alcohólicos. Por eso he anotado estas líneas de Ella, maldita alma:
Hay quien introduce barcos en una botella. También he visto quien mete escaleritas. Pero el arte que más cautiva es el de meterse uno mismo (…) La vida, desde el fondo de la botella, es como el haz de luz de una linterna de policía en los ojos. A mí me costó mucho, muchísimo trabajo, alzar la mirada, quizá porque no tenía ningún interés en hacer esa ruta de regreso a la vida. Me daba más miedo la gente que la bebida.