Creo que mis viejas heridas siguen ahí, mezcladas con otras nuevas, y supongo que cuando eres joven ves esas heridas de manera distinta, crees que pueden matarte, piensas en el drama de la lucha y en el drama del final, mientras que cuando te haces viejo, como yo ahora, sólo ves tu vida completa con las heridas, entiendes que el proceso de sobrevivir es aprender a vivir con las heridas. Lo cual no quiere decir que la vida sea sólo heridas, porque vivir está siempre lleno de sorpresas, como el apoyo tan profundo que se dan unas personas a otras….
Así habla hoy John Berger en la entrevista que publica El País. Pensando en mis heridas, me acabo de dar cuenta de que algunas ahora me hacen reír, o me dejan indiferente, mientras que otras todavía me desazonan. ¿Será que soy joven aún? Me parece que la respuesta también la tiene Berger:
Vivimos bajo una enorme presión para olvidar, para seleccionar los recuerdos.
… y esa presión a veces es abrumadora, inexplicablemente consigue que varias personas se pongan de acuerdo tácitamente para olvidar unos hechos o unas palabras que en su momento les tocaron la fibra. Y puede llegar a ser una pena.