Por deformación profesional (y por cotilla), a menudo escucho las conversaciones ajenas en el autobús. Así conocí ayer las inquietudes de los adolescentes (hombres) de mi barrio:
Ahorran para el Interrail, pero se plantean si no será mejor gastarse ese dinero en el departamento de videojuegos de Carrefour. Están al día de cada juego que sale para la play, y los piratean como posesos, porque «son 50 talegos» cada uno y es un abuso. Son precavidos y cuidan de que la copia pirata no esté en chino.
Ponen como melodía del móvil el éxito teen del momento. Ahora hay que sustituir la de Estopa por la de Eminem, aunque Destiny’s Child tampoco están mal. De Eminem hay que escuchar una canción del último CD que lleva la palabra «sign» en el título.
Acaban de conocer, vía DVD, The Blair Witch Project, pero «es muy lenta, le falta acción». Se han visto varias veces la saga de Austin Powers. Ya tienen las entradas para el estreno de El señor de los anillos. Están «hasta los cojones de la capulla de Amélie«.
Pues yo también era así…