Un niño ama; el adulto respeta. El respeto vale más que el amor.
Leo, a deshora, Las aventuras de Augie March, de Saul Bellow, que escribió uno de los libros de mi vida: More Die of Heartbreak. Mi idea es que se aprende a respetar con los años. Es una satisfacción ver que la capacidad de respeto de los demás hacia uno crece a medida que crecen los demás y uno mismo. Quizás cierto tipo de respeto sólo sea posible con un grado de madurez. Me intriga el respeto que podremos sentir y despertar cuando seamos mayores.
Para mí un síntoma claro de inmadurez es dejar de respetar a las personas a las que piensas que tienes ganadas. No hablo del abuso de confianza, que es una variación más de la perversidad. Henry James lo explicaría como nadie. Amar es grande, amar y respetar es sublime.