La verdadera tragedia es estar varado en un insípido paraíso, en un limbo sin cargas, llevar una existencia con la que no podrá hacerse un cuento… (palabras de Karen Blixen/Isak Dinesen que recordaba Gustavo Martín Garzo el domingo en El País).
La pereza, el miedo o la mediocridad empobrecen ese cuento en el que podríamos convertir nuestra existencia. Seguro que Karen Blixen sabía que se estaba convirtiendo en literatura cuando vivió (creó, gozó, aprendió, sufrió…) en África. De todas formas, en su caso lo raro hubiera sido no convertirse en leyenda.
Sin pereza ni miedo y con pasión por la vida todos podríamos acabar componiendo un cuento digno, aunque fuera uno breve. Pero no vale un guión lleno de lugares comunes, ni un capítulo de Friends, ni una aburrida novela de interiores. Tiene que ser una pequeña obra maestra. Y no hace falta publicarlo.