Tardaría en comprender, si es que realmente lo he comprendido, lo que supo ver Stendhal cuando, escribiendo La cartuja de Parma, decidió que para adquirir el tono correcto y que sus lectores, por muy raro que fuera lo que les quisiera contar, entendieran exactamente lo que les quería decir, él debía leer de vez en cuando unas páginas del Código Civil. «Si no soy claro», escribió, «todo mi mundo queda aniquilado».
Lo dice Enrique Vila-Matas en París no se acaba nunca. Otra solución, en vez de quedarte empantanado en el Código Civil, puede ser hacerte periodista. A mí me ha tocado explicar videojuegos que no entendía, detallar los pasos de un sistema de pago por Internet, describir las (incomprensibles) atracciones de un parque temático, descifrar el funcionamiento de los componentes de una laca de uñas… y hoy en día, modestia aparte, me veo capaz de explicar casi todo con palabras (a pesar del confuso penúltimo post). Una prueba de fuego es exponer de forma atractiva en qué consiste el Forum Barcelona 2004 ; o )
Leer la novela de Vila-Matas ha sido como recordar mis primeras pasiones literarias, que fueron las mismas que las de Vila-Matas y que casi todos los que nos zambullimos en la literatura bien pronto. Me ha llegado su humor afilado y su idea de matar al lector es lo mejor que he leído en teoría literaria desde hace años. A mí no me ha matado, pero me ha sentado bien leer novela inteligente. Ahora, ¡poesía!