Quienes no cantan no pueden imaginar lo que es la felicidad de cantar.
¿Qué ventajas tiene buscar el nuevo libro de García Márquez sobre buscar uno de, por ejemplo, Joan Margarit? Muy fácil: que puedes comprarlo en el supermercado, hipermercado en este caso. Mi factura de la compra en Alcampo ha subido 17 euros por haber metido en el carrito Memoria de mis putas tristes.
Por una vez tendría que haber esperado a leer un libro tan publicitado. ¿Por qué? Porque pasas páginas y te suena cada frase. Creo que, excepto alguna descripción, los críticos literarios se han puesto de acuerdo para reproducirlo a trozos entre todos, con citas y más citas. Lees el libro rogando que llegue una página que no haya reproducido nadie todavía.
Sabía (sabemos todos) de qué trataba el libro, de hecho no era difícil condensar su trama en unos párrafos. Me alivia ver que García Márquez no ofrece el morbo que todos parecen anunciar. El único morbo del libro ya lo han explotado con creces los críticos (¿cuántos van a leer este libro por morbo?).
Recién leído, me apena que el halo poético se vuelva prosaico con notas de novela negra. Es la opinión de alguien a quien le cansan los detalles de novela negra, por muy escasos que sean. Me gusta que esté cargado de emoción a pesar de usar una prosa sobria, de las más sobrias que he visto a García Márquez. Y, como mujer pensante, me hubiera gustado que la idealización no tuviera su origen ni en un cuerpo turbador ni en el mito de la inocencia. Pero eso sería otro libro. También me entristece que lo que yo llamo «zona de tesis» apenas me ofrezca un hallazgo memorable.
Y lo más conmovedor de Memoria de mis putas tristes, que comparto con vosotros porque es curioso, está en esta frase:
Hoy, jubilado pero no vencido, gozo del privilegio sacro de escribir en casa, con el teléfono descolgado para que nadie me disturbe, y sin censor que aguaite lo que escribo por encima de mi hombro.
Conmovedor por varios motivos, pero sobre todo por el uso del verbo aguaitar (atisbar,acechar, aguardar cautelosamente…), que es muy común en valenciano y que está recogido en la RAE. Una palabra más que podemos usar a diario, porque, a pesar de no ser habitual, no suena pedante. ¿Alguien toma nota?
¡Ah! Que no se me olvide decir que es una novelita entrañable, una pieza que muchos matarían por ser capaces de escribir. Cualquier comentario que haga es sólo un gruñido de lectora que se pasa de fantasiosa.