En 20 minutos decían el viernes que Bridget Jones es una solterona de 30 años… ¿Estamos en 2004 o en 1904? Quien haya seguido durante bastante tiempo esta bitácora se imaginará lo que puedo comentar sobre unas palabras tan ridículas… y eso que Bridget no es ni por asomo mi heroína.
Hace unas semanas, Maruja Torres hablaba de todas las figuras siniestras que ha generado la santa institución del matrimonio: la querida, la querida con casa, el adúltero, el soltero de oro, la solterona amargada… Las palabras no son exactas, pero creo que las recuerdo con bastante claridad, porque me gustaron mucho.
A mí se me ocurren muchas más figuras patéticas y/o desesperantes: el amargado con esposa y sin amantes, el calvo incipiente que necesita casarse antes de volverse invisible, la embarazada monotemática, el padre joven furioso por no poder irse de marcha, la prometida que mortifica con detalles de su boda, el poderoso que compra a una mujer de 25, la madre joven que aparenta 15 años más, la casada ansiosa por seguir ligando, el hombre cazado que explota y se vuelve sexólico…