Sabemos quién va a amarnos, hasta la muerte y más allá y a nuestro pesar a veces, más allá de la muerte suya o de la mía o de ambas…
En los últimos meses he visto películas y he leído libros empeñados en hacer un análisis casi clínico de la pasión. Al final, lo que analizan es el distanciamiento, porque el amor y la pasión no toleran el pensar (racionalmente) demasiado sobre ellos.
Guardar silencio es lo único que nos salva en lo malo, porque las explicaciones suenan casi siempre algo tontas respecto al daño que uno hace o le han hecho.
En el arte actual (generalizo) hay una absoluta desconfianza hacia los sentimientos que perduran y hacia las relaciones que no se enturbian en toda una vida. El fin y el deterioro se dan por supuestos. Se me ocurre Javier Marías como perfecto representante de una literatura que entiende y explica la pasión y el amor pero que da por hecha su derrota. Los párrafos en cursiva corresponden a su novela Tu rostro mañana.
… Percibe cuándo algo se tuerce y se echa a perder, o da un gran vuelco y la tornas cambian, cuándo se fastidia todo, en qué momento uno deja de querer como antes o dejan de quererlo a uno, quién se acostará con nosotros, quién no…
Será por eso que leo tan poca literatura actual, si no es poesía, y que me gustan tan pocas películas a menos que sean fantasiosas en el sentido más amplio. Mi vida quiero que sea como un bolero naif: bien cantado, sin puñaladas y con final feliz, porque eso es posible, aunque el arte diga que no.