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Un ático en la Castellana

Hoy estrenamos oficina. Sobre mi cabeza hay tres grandes claraboyas, de forma que veo las nubes (y el sol, y la lluvia…) mientras trabajo si miro hacia arriba. Quienes eligieron este puesto para mí se olvidaron de un pequeño detalle: mi miedo a volar, del que se deriva una desmedida fascinación por los aviones cuando están en el aire. Cada vez que oigo uno, me quedo embobada mirando hacia la claraboya. Pobre espalda, pobres cervicales… pero con la luz natural y el viento que me llega desde arriba, es como trabajar en una terraza. De aquí no me mueven 🙂

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