El mundo va en una dirección y tú puedes ir por los márgenes, pero no en dirección contraria. Tan paleto es el que, como Paco Martínez Soria, llega a la ciudad y se admira ante un semáforo, como el de Barcelona que va al campo y mira al señor con las ovejas como el gran hombre feliz. Benet decía con mucha mala leche que los escritores catalanes siempre hay un momento en que dejan Barcelona y se van al Ampurdán y vuelven escarmentados a los dos años.
Lo dice Julio Llamazares en Qué Leer al hablar de su nueva novela, El cielo de Madrid. Parece que el protagonista de este libro deja Madrid, se va a la sierra y vuelve peor que se marchó.
He detectado dos corrientes de vuelta a lo bucólico. Una consiste en huir al campo en busca de tranquilidad y de una vida distinta, y encontrarlas. Y otra es volver a los paisajes de la infancia y buscar allí una felicidad que es irrecuperable.
Yo al Ampurdán quiero ir cuanto antes… de visita.