Si en el firmamento poder yo tuviera,
esta noche negra lo mismo que un pozo,
con un cuchillito de luna lunera,
cortaría los hierros de tu calabozo.
Si yo fuera reina de la luz del día,
del viento y del mar,
cordeles de esclava yo me ceñiría
por tu libertad.
(…)
Yo no quiero flores, dinero, ni palmas,
quiero que me dejen llorar tus pesares,
y estar a tu vera, cariño del alma,
bebiéndome el llanto de tus soleares.
Me duelen los ojos de mirar sin verte,
reniego de mí,
que tienen la culpa de tu mala suerte
mis rosas de abril.
¡Ay, pena, penita, pena -pena-,
pena de mi corazón,
que me corre por las venas -pena-,
con la fuerza de un ciclón!
Es lo mismo que un nublado
de tiniebla y pedernal.
Es un potro desbocado
que no sabe dónde va.
Es un desierto de arena -pena-,
es mi gloria en un penal.
¡Ay, penal! ¡Ay, penal!
¡Ay, pena, penita, pena!
(Quintero, León y Quiroga)
Es una letra imponente que no la escribe (ni canta) cualquiera. Llevo días quedándome embobada mirando las muñecas y las manos de Lola Flores cuando bailaba… Las comparo con las mías manejando el ratón y me da mucha pena, penita, pena 🙁
prueba