Sometimes nothing is so solid to me as writing -I suppose that’s what a vocation means- at times a torment, a bad conscience, but all in all, purpose and direction.
The New York Times dedica un artículo a la correspondencia del poeta Robert Lowell. Parece que leyendo sus cartas se demuestra que, pese a los esfuerzos de Lowell, la escritura fracasó como terapia contra la inestabilidad emocional y la depresión.
Lo que más me interesa de las palabras de Lowell que reproduzco es su alusión a la solidez (emocional, espiritual) que le aporta la escritura. Yo, que no soy escritora, he detectado que encuentro alivio y coherencia emocional en el momento en que consigo trasladar al papel exactamente lo que había fraguado en mi mente de forma relajada y exigente, con purpose and direction.
Cuando se amontonan las tareas y tengo la mente en 10 cosas distintas, como me ocurre cada día de trabajo, he comprobado que lo que salva mis escritos (artículos, mails) es la sintaxis. Cualquiera con una alta exigencia lectora comprobaría que tras la concatenación de sustantivo, verbo, adverbio… de todo lo que escribo apresuradamente no hay una reflexión profunda ni mucho menos el retrato de una emoción, cuando se trata de un texto de carácter personal. En parte por eso tengo esta página: para comprobar que, con tranquilidad, todavía puedo, humildemente, sacarle todo su jugo a las palabras para expresar exactamente lo que busco.
The painter’s vision is not a lens, it trembles to caress the light.
But sometimes everything I write
with the threadbare art of my eye
seems a snapshot,
lurid, rapid, garish, grouped,
heightened from life,
yet paralyzed by fact.
(versos del poema Epilogue, de Robert Lowell).