Me aflige leer ahora El País, tengo varios números amontonados de estos últimos días. Siempre lo he empezado a leer por el final, y ahora, según me cuentan, no hay nada en el espacio que ocupaba Visto/Oído.
Aunque hace ya algunos años que dejé de estar pendiente de la columna de Tecglen (siempre le he llamado así), ese niño republicano ha sido determinante en mi formación intelectual. Durante muchísimo tiempo acudí a él diario en busca de una interpretación de lo que pasa en el mundo: la que ofrece una persona íntegra, comprensiva, culta, que ha vivido y ha sufrido y que apoya al más débil y pone nombre a las injusticias.
El día de su muerte comprobé que a los más jóvenes periodistas (al menos a los que tengo alrededor) no les sonaba su nombre…