¿No son siempre los culpables los primeros en mostrar las manos limpias?
Con tanto tiempo libre, por fin he podido actualizar los archivos, añadir el buscador, publicar con más frecuencia y, desde hoy, unirme a BookCrossing, una asignatura pendiente desde hace mucho. El primer libro liberado por mí es Trífero, de Ray Loriga. Dónde, cuándo y cómo, aún no lo sé. Temo tener que enfrentarme a un «te has dejado esto en el asiento» o a un «se te ha caído este libro»; también a quedar registrada en las cámaras de algún banco/ministerio haciendo movimientos sospechosos, y sobre todo al momento en que tenga que explicar el por qué a algún profano.
En las ciudades la gente corre, en los pueblos caminan despacio como en un entierro, aquí van al trote. Son ágiles pero no tienen prisa. Están perfectamente relajados pero no han perdido el nervio. Son capaces. Viven tan cerca de la ciudad que están a un salto. Diez minutos, veinte minutos, una hora. Casi nada (sobre Hoboken, a poco más de un kilómetro de Manhattan -y ciudad natal de Frank Sinatra-).
De este libro se me ha quedado grabada la forma de captar la respiración, el ritmo de distintas ciudades y recónditos refugios en Dinamarca y Austria. Yo reconozco que nunca me haré al ritmo de Madrid, por ejemplo. Cuando pasean o caminan sin urgencia, van demasiado despacio. En hora punta se desplazan con agresividad. Y mi ritmo al caminar suele ser bastante vivo, en cualquier situación, ¡siempre se queda alguien rezagado por mi culpa!
Espero que los fans de Ray Loriga (que son muchos) disfruten de mi Trífero, que ahora es suyo.