Eran unos treinta. Me miraban inexpresivos, callados. En primera fila estaban los pequeños, sentados en el suelo. Detrás, en bancos con pupitres, los medianos. Y al fondo, de pie, los mayores. Treinta niños entre seis y catorce años, indicaba la lista que había encontrado sobre la mesa. Escuela unitaria, mixta, así rezaba mi destino.
En Historia de una maestra, Josefina Aldecoa retrata el mundo escolar de la República. Yo nunca agradeceré bastante a un escritor que me muestre el pasado a través de estos pequeños detalles cotidianos. Es lo que busco en cada novela, que me traslade a un mundo, preferiblemente pasado, y que consiga que durante unos días me sienta un habitante de otra época.
El primer día tenía preparado un discurso pero no me salió. Únicamente dije: «¿Quién sabe leer?». Y un niño menudito y rubiaco dijo: « Yo». «¿Y los demás?», insistí. «Los demás no saben», contestó él. «Si supieran no estarían aquí…» «¿Dónde estarían?», pregunté estúpidamente. Y él sonrió lacónico y dijo: « Trabajando».
Si tuviera que escribir un libro, lo ambientaría sin dudarlo en la España de los años 20 y primeros 30; como Historia de una maestra, sería un homenaje:
Este libro lo escribí para regalárselo a mi madre, porque siempre me contó muchas historias cuando yo era pequeña, me hablaba de situaciones que ella, como maestra, había vivido. Basándome en todos esos recuerdos y también en los de mi infancia, escribí ‘Historia de una maestra’, que es un homenaje a mi madre y a los maestros de la República, a su esfuerzo y dedicación en unos momentos de nuestra historia en los que su sacrificio estaba justificado por la necesidad de salvar al país educándolo, pues tal fue el mandato que recibieron
Decenas de personas llegan a este blog cada semana buscando información sobre el «colegio estilo» que fundó Josefina Aldecoa en 1959. Tal vez con este post, sin pretenderlo, les anime a elegirlo para sus hijos.