Las cartas son la única forma satisfactoria de literatura (carta de Lytton Strachey a Lady Ottoline Morrell).
Realmente en ningún género el fondo y la forma están tan bien engarzados como en el epistolar, e incluyo aquí a los e-mails personales. Cuantas más posibilidades hay de estar en permanente comunicación con los demás, más me gusta el e-mail, porque todavía deja un lapso de tiempo entre el pensamiento del mensaje y su envío, exige una voluntad y una disposición, no se escribe a lo tonto (o eso quiero pensar). Los móviles y las mensajerías más o menos sofisticadas tienen el peligro de que ya hay demasiados usuarios con ansiedad comunicativa, que hablan y hablan y hablan, de lo que sea (incluso de nada), con quien sea, en cualquier momento…
The Washington Post recoge algunos fragmentos de las cartas de Lytton Strachey. En una de ellas habla de dos libros sobre los que yo escribiría cada día. El comentario de Strachey, como muchos de los suyos, es desconcertante:
A mí personalmente me gustó ‘Al faro’ más que ‘La señora Dalloway’. Realmente es una forma extraordinaria de hacer literatura. Lo que me preocupa del libro es la ausencia de copulación, bien sea real o insinuada. El resultado es un maravilloso y exquisito arabesco. Supongo que hay algún simbolismo -el faro, etc.- pero no soy capaz de adivinarlo.
Quien no haya leído ninguna de las dos obras maestras de Virginia Woolf, ya sabe qué es lo que no va a encontrar en ellas.
[…] a Brenan acompañada de Leonard Woolf. Tiempo antes lo harían la pintora Carrington y el escritor Lytton Strachey, entre otros miembros del clan […]