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Mes: enero 2006

El colegio en la República

Eran unos treinta. Me miraban inexpresivos, callados. En primera fila estaban los pequeños, sentados en el suelo. Detrás, en bancos con pupitres, los medianos. Y al fondo, de pie, los mayores. Treinta niños entre seis y catorce años, indicaba la lista que había encontrado sobre la mesa. Escuela unitaria, mixta, así rezaba mi destino.

En Historia de una maestra, Josefina Aldecoa retrata el mundo escolar de la República. Yo nunca agradeceré bastante a un escritor que me muestre el pasado a través de estos pequeños detalles cotidianos. Es lo que busco en cada novela, que me traslade a un mundo, preferiblemente pasado, y que consiga que durante unos días me sienta un habitante de otra época.

El primer día tenía preparado un discurso pero no me salió. Únicamente dije: «¿Quién sabe leer?». Y un niño menudito y rubiaco dijo: « Yo». «¿Y los demás?», insistí. «Los demás no saben», contestó él. «Si supieran no estarían aquí…» «¿Dónde estarían?», pregunté estúpidamente. Y él sonrió lacónico y dijo: « Trabajando».

Si tuviera que escribir un libro, lo ambientaría sin dudarlo en la España de los años 20 y primeros 30; como Historia de una maestra, sería un homenaje:

Este libro lo escribí para regalárselo a mi madre, porque siempre me contó muchas historias cuando yo era pequeña, me hablaba de situaciones que ella, como maestra, había vivido. Basándome en todos esos recuerdos y también en los de mi infancia, escribí ‘Historia de una maestra’, que es un homenaje a mi madre y a los maestros de la República, a su esfuerzo y dedicación en unos momentos de nuestra historia en los que su sacrificio estaba justificado por la necesidad de salvar al país educándolo, pues tal fue el mandato que recibieron

Decenas de personas llegan a este blog cada semana buscando información sobre el «colegio estilo» que fundó Josefina Aldecoa en 1959. Tal vez con este post, sin pretenderlo, les anime a elegirlo para sus hijos.

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Un lugar más amable

Para Vicente Verdú, la Humanidad no está en declive, y el mundo está inmerso en una mutación que lo convertirá en un lugar más amable, femenino, moral y personalizado.

Yo no veo muy probable que lleguemos a conocer ese mundo más amable, pero me ha ilusionado leer esas previsiones de Verdú. Hacía años que no oía hablar del futuro como de un mundo moralmente mejor…

Más detalles en El Periódico de Catalunya, que habla hoy del nuevo libro de Verdú, titulado Yo y tú, objetos de lujo. El personismo: la primera revolución cultural del siglo XXI.

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Los ojos de Emma Bovary

Sus ojos son azules: inocencia y honestidad. Sus ojos son negros: pasión y profundidad. Sus ojos son verdes: rebeldía y celos. Sus ojos son castaños: mujer de fiar y de mucha sensatez. Sus ojos son violeta: la novela es de Raymond Chandler.

En El loro de Flaubert, de Julian Barnes, el narrador (¿el propio Barnes?) se mofa de Enid Starkie, lectora emérita de Literatura Francesa en Oxford. Ve en ella los peores defectos del crítico profesional, ese que no disfruta de los libros como nosotros, dice, empeñado en buscarles errores insignificantes que no afectan al conjunto de la novela. El párrafo de Starkie que enfurece a Barnes es el siguiente:

Flaubert no construye sus personajes, como hacía Balzac, por medio de una descripción exterior, objetiva; de hecho, presta tan poca atención a su apariencia que en una ocasión dice que los ojos de Emma son pardos; en otra muy negros; y en otra azules.

Maxime Du Camp, el gran amigo de Flaubert, tenía la explicación de estos cambios de color: los ojos de la mujer que inspiró el personaje, esposa de un doctor de Bon-Lecours, eran de color incierto, verdes, grises o azules según la luz.

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Una consulta

¿Alguien sabe de una ONG de confianza que recoja libros y los distribuya en países pobres? O tal vez de alguna escuela o biblioteca que promueva donaciones de libros a los que realmente dé una utilidad. He decidido que ese será el mejor destino para mis libros 🙂

No se admite Bookcrossing como sugerencia, ¡gracias!

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Lo que queda por contar

Juegos de la edad tardía cumple 16 años, y Luis Landero lo celebra con una reedición que presenta un fragmento inédito y un descubrimiento en el prólogo: el paralelismo entre Gregorio y Gil y la relación entre el escritor y su padre.

Mi padre quería que yo fuera un gran hombre. Él era un campesino que sabía que en aquella España rural no había salida para los talentos. Por eso me envió a Madrid. Esa es la vida de mucha gente en este país. En los 50 había una diferencia enorme entre lo rural y lo urbano. Esa es una historia que está por contar. Hay autores como Luis Mateo Díez, José María Merino, Gustavo Martín Garzo que hemos conocido el mundo campesino. Somos las últimas voces que podemos dejar testimonio de ese mundo. Lo que sí hay es un fondo de melancolía, de paraíso perdido (Luis Landero, hoy en La Razón).

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Ya era hora

Parece que los metrosexuales son historia. Llegan los ubersexuales: es una vuelta a las características positivas del hombre real (sic) de ayer, fuerte, decidido, justo.

Marian Salzman, Ira Matathis y Ann O’Really lo cuentan en su libro El futuro de los hombres, según publica hoy El País.

No confundir, explican, con el hombre Marlboro, ya que el ubersexual es un hombre de verdad (sic) sin llegar a estereotipos negativos de faltar al respeto a las mujeres o estar obsesionado con los deportes, la cerveza y las carnes rojas.

Suena todo bastante ridículo, pero si consiguen que remita la fiebre metrosexual, habrá que agradecérselo 😀

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Vivir mucho

Tomo las palabras de Francisco Ayala que publica hoy La Vanguardia para redondear mi post de ayer:

No cerrar los ojos al mundo es esencial para vivir mucho… Veo que hay gente que, muy pronto, en el curso de su vida, ya no está interesada por lo que pasa alrededor, pero si uno consigue no ser un testigo del pasado, sino estar viviendo en un presente continuamente actualizado, entonces puede vivir más.

Francisco Ayala cumplirá 100 años el próximo 16 de marzo.

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Las últimas obras de Goya

Creo que es imposible que una persona joven concibiera esta exposición. Sólo tiene sentido para personas mayores, si no de la tercera edad. Envejecer no es un paseo por el parque. Lo que hace el septuagenario Goya es mostrarnos un camino adelante a los que no tenemos su genio.

Así habla hoy en ABC el profesor de arte español Jonathan Brown, comisario de la exposición Goya’s Last Works que acogerá la Frick Collection de Nueva York.

Lo que a mí me asombra de Goya es cómo, con 78 años, se marcha al exilio a Burdeos y a pesar de los achaques y el sufrimiento continúa innovando, incluso usando técnicas que en aquel momento eran muy recientes. Es habitual ver a las personas volverse impermeables al progreso y la novedad al llegar a cierta edad. Goya debería ser un ejemplo.

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Perdedores

Una vez dijo que las mejores voces pertenecen a los perdedores (…).
Aquellos a los que llamamos perdedores saben cosas de la vida que nunca conocerán los ganadores. Eso es lo que dije. Tampoco se trata de idealizar a los perdedores…

(Entrevista de Juan Cruz a John Berger, este fin de semana en EPS).

Muy a menudo, uno es perdedor porque hay alguien que no quiere que gane. A veces es mala suerte. Otros son perdedores porque hay que perder para ganar dentro de 50 años.

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