El ama de casa de una familia burguesa debía aspirar a que no se encontrara ni una motita de polvo en sus muebles de barniz lustroso, y las vecinas y amigas que iban a tomar café pasaban una estricta revista a la casa a la que habían sido invitadas… (Confesiones de un burgués, de Sándor Márai).
En lugar de hornos con puertas que se abren solas y lavadoras que se ponen en marcha aunque no estés en casa, ¿no podrían inventar un aparato que se trague todo el polvo? Uno que realmente funcione y que no ponga en peligro el ecosistema doméstico.
Por las mañanas limpiaban el piso completo las criadas, la «señorita» echaba un vistazo, y más tarde aparecía mi madre como un general que examina a sus tropas, para verificar mediante un detenido reconocimiento que todo estaba efectivamente en orden (…) El lema decía que la ausencia de polvo era la condición básica para la «higiene moderna».
¿Queda por ahí algún Sísifo que, como yo, quite personalmente el polvo de su casa dos segundos antes de que reaparezca en todo su esplendor?
pues sí, de hecho yo uso la misma comparación para esas labores de limpieza: soy Sísifo.
¿De dónde procede esa capa gris que lo cubre todo? y ¿por qué reaparece siempre?. Si inventasen vitrinas termoselladas con dispositivo de vacío, las usaría encantada para guardar los libros y demás.
saludos
Siempre he pensado que hay una serie de cosas que TODO EL MUNDO debería hacer durante al menos un par de meses para saber lo que es el mundo. Hacer las tareas del hogar es una de esas cosas. Moverse en transporte público por el mundo, trabajar en algún puesto de atención al público, y eso contando solo con nuestra vida de países ricos y privilegiados…
¡Totalmente de acuerdo! 😀
El polvo obedece a un axioma eterno e inamovible: «El polvo no se elimina: se traslada» Es cómo la materia, que no se destruye, se transforma, sólo que el polvo es muy tozudo y ni se destruye ni se elimina ni se transforma: se traslada.
¡Ayyyyys!
Un besito
Hannah
Enhorabuena por la página. Este comentario no tiene nada que ver con este post, pero como he visto que te interesa la relación entre la litertura y la enfermedad mental, te recomiendo el excelente poemario de Juana Castro, «Los cuerpos oscuros» (Hiperión), que acaba de aparecer y que es una aguda y angustiosa reflexión sobre la experiencia de sus dos padres con el Alzheimer. Saludos.
Pues te voy a hacer caso… 😀
Siempre es una delicia recorrer tu espacio y actualizarme con tus textos sobre el devenir actual de las letras, o de las montañas de cotidianeidad a cuyas elevaciones llevamos esta y otras tantas piedras.
Saludos….