Según explica Esther Tusquets en Babelia, en España no se venden más libros, en España se venden más best sellers. Unos pocos títulos (algunos excelentes, otros regulares, la mayor parte «mediáticos») se convierten en objetos obligados de consumo: todo el mundo los debe tener, todo el mundo los debe haber leído.
Cuando mantienes una bitácora como la mía, un día sí y el otro también te preguntan por los sucesivos libros del momento: lo último de Auster o Mendoza, Pi, Ruiz Zafón, John Irving, Dan Brown, Harry Potters, premios Alfaguaras y Planetas, Delillo, Zadie Smith, Franzen, Jeffrey Eugenides… no se me ocurren más.
La mayoría de gente lee «lo que toca» y «cuando toca». Si comentas que estás leyendo un clásico, te consideran pedante o excéntrica; si dices estar leyendo un libro publicado hace cuatro o cinco años, les admira que sufras tamaño retraso en tus lecturas.
Yo estoy en estos dos últimos grupos. Si me recomiendan una película o una canción, atiendo y hasta obedezco. Pero si se trata de un libro entramos en terreno vedado. Puedo rechazar leer un libro porque esté ambientado en Namibia y yo prefiera pasar una temporada mental en Escocia, por ejemplo. O porque su protagonista sea filósofo y yo prefiera en ese momento tratar con arqueólogos. Un mal título o uno demasiado abstracto también me frenan…
Tomo nota de lo que se va publicando pero reservo los títulos para cuando los necesite leer.
No, de cualquier persona me podría esperar que no leyese un libro por un título abstracto… pero de ti no.
Tú no eres de las que juzgan un libro por las tapas…
Me niego a creerlo.
Por las tapas, por la tipografía, por el color de las páginas… y además por todos los vicios que he ido acumulando después de tanto editar 😀
¿Entre los Libros del Momento podemos incluir, ya, a «lo último de Vila-Matas»?.
Tampoco es un demérito para la literatura que Paul Aster o el mismo Vila-Matas se compren (y se lean?) por ser ‘la novedad del mes’…
Yo a veces compro las novedades durante el invierno y las leo en verano… al revés que la hormiguita trabajadora…
Ahora estoy releyendo Imán, de Sender: deberían hacerlo obligatorio en Secundaria, en vez de a Cela…
¡No es un demérito! A ver… yo esos libros que mencionas los tengo en casa, precisamente. Sólo que ahora el cuerpo me pide otros paisajes literarios, ¡tiempo habrá para ellos, que seguro que no decepcionan!:)
Me gusta, a veces, leer los libros que fueron «novedades», pero dos años después, cuando ya no están de moda y puedes comprarlos baratos en los libreros de viejo. Con ese poso de tiempo encima, los miro de otra manera.
Saludos, lectores
Como dice Fernando, es una suerte que junto a las pesadeces de la literatura de distracción, que no creo que distraiga mucho a los lectores de un blog que se propone de «teoría literaria», se cuele gente como Auster y Vila Matas: no me disgusta que a muchos les guste lo que me gusta.
Pero además de esos autores, como creo que debo leer lo que me apetece o me parece que necesito, sin que me importe me lo hayan propuesto como novedad, en lo que queda de tarde de domingo terminaré Bomarzo, que no es precisamente una novedad.
¡Me encantaría saber lo que está leyendo en estos días cada visitante de este blog, que es como un salón literario del diecinueve donde, como una dama ilustrada, nos recibe y reúne la Hormiga proponiéndonos tema de conversación! (Los canapés, como siempre, excelentes).
En realidad, me gustaría mucho que los invitados interactuáramos más, respetando claro los temas de la anfitriona.
Yo encantada, ¡seré Madame Olenska! 😀
Estimados compañeros de salón, les comunico que estoy leyendo el libro de Jordi Soler en torno a la guerra civil «Rojos de ultramar». He de decir que es de esas novelas hechas con más voluntad que talento y que desgraciadamente bajo las buenas intenciones del autor se esconde una prosa un tanto forzada y muy academicista… me ha encantado la idea del salón, acudiré con frecuencia. un saludo a todos
LoveSick
Por otro lado quería reflexionar un poco en torno al tiempo y las obras de arte. La obsesión por la inmediatez de la sociedad actual nos lleva a valorar la una obra de arte en función de la rapidez con la que haya sido devorada y absorbida por los espectadores/lectores/consumistas… sin embargo, ¿por qué nadie dice?: ¡Qué antiguo eres, has ido a ver una exposición de Pollock, Matisse, Caravaggio o del anónimo pintor de Altamira.
Por mi parte, desconfío de las personas que vinculan una obra de arte a su consumo inmediato. Particularmente el otro día mantuve una viva discusión con AC, con quien estoy escribiendo una historia (ver mi caos, en torno a la película «Filadelfia». AC detesta esa película en cambio a mí me pareció bastante aceptable en su momento. No obstante, en parte AC me convenció: Mi visión devoradora de ese momento me hizo ver mejor de lo que era una película de éxito. Y lo mismo se puede aplicar a muchas obras literarias, de Javier Cercas o Ruiz Zafón, sin ir más lejos.
Yo leo los libros que necesito para enterarme de los temas que estan llamando en este momento mi interes. Me resulta muy pobre hablar de temas que no conozco y me resulta pobre la gente que habla con dogmas de fe.
En la actualidad me ha dado por el Temple, antes fue por otros temas y tengo una gran aliada se llama Biblioteca municipal.
Querida y hermosa Condesa: ¿también tú quieres cambiarlo todo?
Releyendo tu entrada, veo que no me di cuenta de que, en la última frase, hablas de lectura y necesidad. También yo había escrito algo de necesidad.
Y creo que por ahí van las aguas. No queremos darnos cuenta, pero «necesidad» es una palabra fuerte que describe la lectura. Leer lo que esté de moda puede ser «conveniente». Conveniente es una palabra «débil». (Fuerte, y débil, en el sentido que se ve claramente aquí).
Buenas noches a los invitados.
Bueno, entonces te recomiendo una película: El Arco, de Kim Ki-Duk
Yo también leo lo que me apetece y cuando me apetece, sin atenerme demasiado a las modas. Es más, a veces me dejo llevar por ellas y me arrepiento casi enseguida. Excepto en los casos de los buenos escritores, claro.
Ahora estoy leyendo el libro «Babas de caracol» de María García-Lliberós, recién salido del horno. Ya os diré lo que me ha parecido.
Felicidades por tu página, hormiga (aunque hay que decir que de remolona no tienes nada)