Escribir bien siempre es difícil. Es más fácil escribir mala prosa que mala poesía, porque la mala poesía es como un sapo que te salta a los ojos y, sin embargo, la mala prosa se camufla con un argumento, con un tema de actualidad (Luis García Montero, ayer en EPS).
A mí ayer me saltaron varios sapos a los ojos viendo una película española. Era una supuesta obra de autor, con un guión mimado en extremo. Me sentí molesta una y otra vez al escuchar a los personajes. Apenas nada de lo que decían era probable en una conversación real, actual.
¿Se puede preguntar cuál era esa obra? Por no verla, más que nada… Aunque claro, para gustos los colores
¿Me puedo arriesgar (por las fechas) a apuntar cierta película de Almodóvar? Si acierto, confesaré que tampoco yo la soporto. De hecho, creo que es la película con menor aceptación de toda su filmografía.
¿La Mala Educación? Personajes artificiales e hinchados, diálogos chirriantes, moralina de garrafón… horrible. ¿Cómo pudo Almodóvar presentar eso al público?
desgraciadamente hay demasiadas películas de autor españolas para tirar sapos.
Creo que tiene razón el poeta al señalar que la mala poesía es más visible que la mala prosa. De esta última se vende mucho más…
La mala educación 🙂
De vez en cuando, gusto agredecido de lo malo, porque es lo que me permite ser consciente, y disfrutar, de lo bueno. O mejor dicho, de lo que hoy, con lo que sé y conozco, me parece bueno.
El aporte de los de segunda y tercera fila a la causa de lo hermoso no será nunca justamente valorado. ¿No os parece?
Otra cosa son los departamentos de marketing, que solo hablan de obras maestras y de partidos del siglo (4 o 5 por año y país).
¡Ah! Si hablamos de «La mala educación», mi post anterior no vale. No sé si aguanté 10 o 15 minutos hasta que, sin disfrutar y sin agradecimiento, apagué el televisor. ¡Qué barbaridad! ¡Qué falso! En pocos minutos es insoportable.