Me he ido despojando de la necesidad de que la trama sea demasiado complicada; me importa que la novela tenga una estructura clara, que los personajes estén claros, no importa que los personajes sean excepcionales o que pasen cosas excepcionales, muy retorcidas, o que haya grandes misterios… He leído mucho este año a Conrad, y he aprendido que cuando una trama se pone complicada deja de interesarme, porque me da la impresión de que la naturalidad queda sacrificada.
Cuando hablaba de que en los finales felices echo en falta unas notas de realismo, no acerté a hablar de este sacrificio de la naturalidad que menciona Muñoz Molina. A mí también me deja de interesar una novela o una película si la trama se retuerce. De House me intriga el Dr. House, por ejemplo, más que la información que proporcione una punción lumbar.
Me interesa la literatura como retrato de la vida, de las cuestiones cruciales de la vida. La literatura como juego de la literatura es algo que me ha interesado cada vez menos… Sólo recuerdo la emoción de las cosas y se me olvida todo lo demás, «grandes son las lagunas de mi memoria» (Antonio Machado)… Eso, la emoción de las cosas, es lo que quiero contar cuando escribo.
¿Uno sólo recuerda acontecimientos que le han perturbado para bien o para mal? ¿Van al mismo limbo lo insignificante y lo traumático? No sabes lo que hiciste un martes de hace tres semanas en horario de oficina: era la rutina, nada conmovedor. Pero sí lo que pasó el antepasado fin de semana. Las personas y los hechos que se borran de la memoria, ¿es porque no tuvieron ningún peso en el proceso de construcción de nuestra persona? !Quién lo iba a decir en aquel momento!
Las citas son de una entrevista a Antonio Muñoz Molina publicada en EPS hace dos semanas.
Cuando leo me interesa más un personaje tratado en profundidad que una trama complicada, aunque también me arrastran las novelas corales donde sólo me muestran indicios, así que…
Respecto a lo insignificante o a lo crucial en nuestras vidas, creo que todo está relacionado y que, de repente, descubrimos que aquello que parecía no ser importante o que casi habíamos olvidado acaba siendo el detonante de lo inesperado.
Ah! El Dr. House es mi ídolo televisivo. Hace poco descubrí una página donde lo comparaban con Holmes. Te la dejo:
http://www.pitodoble.com
/2006/05/10/
house-es-holmes
Me pareció curiosa.
Saludos.
De Muñoz Molina me gustó mucho «Beatus ille», su primera novela. Ahí sí había mucha literatura como juego, aunque ahora parezca no interesarle.