Hoy os quiero pedir ayuda. Es en relación a una cuestión cotidiana y, a la vez, muy importante.
Me han dicho que he hecho algo muy malo («destrozar», «romper»… han sido las palabras), y yo, repasando, recordando y analizando, no veo que haya hecho nada malo a nadie. ¿Qué puedo hacer?
¿Quizás, de momento, intentar ser menos críptica?
A veces los seres humanos complicamos nuestra relación con los demás sin darnos cuenta. Tal vez no fuiste tú. Tal vez fue la otra persona. Tal vez las dos.
A veces las palabras sirven para explicarnos, otras veces sirven para enredarlo todo más.
Yo últimamente no acierto ni con las palabras ni con el modo de relacionarme con mis semejantes. Así que no sé qué decirte, que eso, que a veces las palabras sirven para que nos entendamos y a veces para enredarlo todo aún más; de modo que igual lo conveniente sería dejar pasar el tiempo y esperar que todo se calme y no martirizarte puesto que tu conciencia te dice que nada hiciste mal. Bueno, eso es lo que estoy haciendo yo.
Oye, y qué bien esto de los blogs, y qué bien que hayas puesto esta entrada porque a mí me estaba doliendo algo que me reprocharon y como que deja de dolerme mientras escribo estas palabras.
Me voy a dormir, que mañana no hay quien pare al despertador.
Y no sufras, que todo es relativo.
Un abracito, por si sirve.
Es el estilo popular de hablar. El empleo de metáforas.
No hace falta convertirse en matarife o casquero para destrozar o romper, por ejemplo, un corazón.
Cuando no se sabe qué decir en ciertas situaciones, ya que los motivos no se encuentran más que en uno mismo, se acusa al otro de realizar actos que no tendrían valor en un juicio por no ser demostrables.
Las emociones se expresan de forma metafórica y comparativa, porque como somos tan torpes que nos da pavor que los pensamientos puedan escaparse del cerebro, recurrimos a las exageraciones, o bien cursis o bien desagradables, para que nuestra integridad quede inmune.
Por cierto. No sé de qué estás hablando…
Tampoco qué hago hablando contigo.
Consejo: Pregúnta a quien te lo dijo a qué se refiere.
Una obviedad, lo sé, pero llega uno a sorprenderse de lo útil que es comunicarse en voz alta y con palabras claras.
El reproche suele ser el reflejo de la frustración. Estás haciendo algo contra lo que otra persona no puede luchar, y la única forma de vencerte es debilitándonte, haciéndote sentir vulnerable, culpable… cuando posiblemente la causa de esa ruptura no eres tú, normalmente la causa de las rupturas sentimentales es la falta de compresión, de entendimiento, entre las partes, no de acciones o circunstancias de personas concretas… eso es refugiarse en causas externas y no centrarse ni asumir errores propios. Lo más sano ante una ruptura, sea de la causa que sea, es pensar ¿Qué hice mal yo mismo? ¿En qué estaba equivocado? ¿Qué expectativas infundadas tenía?
… y una vez resuelto, todo se ve de otra forma.
¡Espero que ayude!
¡Basta! ¡Fin del inciso! No he roto con nadie, estoy aquí sentada estudiando el estilismo de Robin Hood… ¿cambiamos de tema? 😀
Hormiga, muéstranos el truco y cambiemos de tema.
🙂
sí, sí, lo dijo James Joyce. Si no podemos cambiar de país, cambiemos de tema. (pero un poco presto, que la conversación se está enfriando).
Quisera ayudarte, pero me faltan datos.