Nadie que valga la pena ejerce la prudencia.
Lo dice Juana Salabert en El Cultural. Soy capaz de detectar en mí, al menos una vez al día, un arranque de imprudencia. Miro hacia otro lado, busco una explicación neurótica por si me preguntan las mentes estrictas… y vuelvo a lo mío.
Yo nunca miro de lado.
Es igual que mirar de frente pero a escondidas.
Si quieres saber, de verdad, qué está rondando tu espacio vital mira de reojo y sólo así lo descubrirás.
La prudencia radica en el encuentro con lo falso a través del reflejo de la luz que atraviesa tangencialmente la retina de tus dudas.
Claro, que esto es una imprudencia pensarlo en alto.