Hace ya unas semanas, Luis Landero contaba en Babelia que:
El amor puede ser infantil y tontorrón, pero el odio es otra historia (…) Cuando uno cae en el odio, sólo hay dos posibilidades de escapar: la venganza, con todo lo que tiene de violencia, y la purificación. Y creo que esta última es el camino (yo también lo creo).
A mí el odio me suele aburrir, me dura muy pocos días aunque durante ese tiempo es intenso e inmisericorde. Se me ha ocurrido publicar hoy, después de tanto tiempo, porque estoy insomne y en Los 40 Latino veo a Tamara versionando a Roberto Carlos con La distancia, vestida probablemente por Hannibal Laguna en un vídeo rodado (creo) en Fuerteventura.
Siento una predilección kitsch por dos canciones de Roberto Carlos: La distancia, con su irremediable tristeza, y El gato que está triste y azul, que me lleva a pensar que un día me despertaré de nuevo en la infancia y resultará que todo lo vivido después ha sido un sueño. Este peculiar top 3 lo completa Procuro olvidarte, que no sé si es de Roberto Carlos o de Manuel Alejandro.
(El insomnio me pone nostálgica)
También recordaba Landero que Chéjov decía que hay que hacer poderosas las palabras humildes e interesante a la gente vulgar. Cuánto añoro las palabras humildes.
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