Cuando volvía de mi Suburbia particular ha empezado a sonar la canción de Pet Shop Boys. Ha sido la mejor banda sonora para cruzar Madrid en la sobremesa de este domingo tan mal iluminado.
Casi en casa he visto a un matrimonio de cuarentañeros (cuarentones suena tan basto…) ciegos. Iban vestidos de todos los colores posibles, sin ninguna concesión a los grises y tierras pero elegantes. A su lado, sin bastón, la que imagino que era su hija, una adolescente con un look bohemio y colorista que (intuyo) hace los estilismos de sus padres.
O serán imaginaciones mías…