Me hablaron de un directivo que cada vez que venía a España pedía que le compraran varias botellas de S3, el agua de colonia «para toda la familia» que no falta en ningún supermercado.
La he olido tantas veces que no capto su aroma, así que he hecho una prueba. He rociado mi casa con la colonia y me he marchado. Al regresar y abrir la puerta, he redescubierto el olor de S3. Es fresco, tierno, acogedor, cariñoso diría yo.
En adelante ya sé un truco para valorar los aromas: rociar la entrada de mi casa justo antes de marcharme, y dejar que me reciba, ya sosegado, cuando regrese.
¡Qué buen proceso para aplicar a las personas!
Mostrarles lo que eres sin mentir mucho más de lo que uno se miente a sí mismo (lo necesario para aceptar heredarse tal como es cada mañana).
Añadir una medida del deseo que nos producen (aquí, mucha variedad; en la potencia y el tipo de ese deseo). La medida la darán, claro, la intensidad y la orientación del deseo. Tan diferente él en sus gustos y clasificaciones.
Cobrar la distancia suficiente para provocar, cuando nos vuelvan a ver, la sensación de que hemos regresado.
Dejar que nos reciba y sopesar.
Vaya. Y yo que pensaba que S3 era una (antigua) marca de tarjetas gráficas para PC… :-$
Yo suelo hacerlo, en lugar de ambientadores que se agarran a la nariz, rocio la entrada con colonia o agua de perfume.
Volver a casa es más agradable.
Sí, es tan acogedor!! En mi nueva casa lo hago así, rocío alguna colonia y así no huele al mismo ambientador de siempre. Porque al final, ¿no están todos demasiado «olidos» ya? 😀