No se puede obligar a guardar luto a los demás, y eso es lo que hoy se hace en España a veces, so pena de ser tenido por un desalmado, un insensible, un duro de corazón. Es como si en algunas cosas hubiera una exigencia de unanimidad -un totalitarismo de fondo-: «Ha ocurrido esta desgracia. Que todo se pare, y nadie quede sin llorar públicamente». En ocasiones así uno se pregunta qué se ha hecho de la vieja sobriedad española, del pudor, la entereza, la austeridad famosa, la involuntaria elegancia de las gentes de este país.
(Javier Marías, hoy en El País Semanal).
Qué malo, Javier. «la involuntaria elegancia.
(aunque bien pensado, la elegancia siempre es involuntaria, descontada, no percibida por el elegante).
¡Que listo, Javier!
¿Vuelvan a ponerlas en movimiento?
¿Sí?