Mis hijas dicen que estoy siempre en las nubes, pero las nubes acaban lloviendo en las aceras, y mi primer juguete fue un charco.
El «nombrador» Fernando Beltrán lo comenta en ABC.es. Qué frase más gráfica sobre el paso de etéreo a barro. Para mí los charcos fueron el primer atisbo de poesía de lo cotidiano: cuando llovía, hacía barquitos de papel y los depositaba en ellos. O los dejaba en el río que se formaba junto a la acera para que siguieran su curso. Un clásico infantil, ¿o no? No lo sé, decidme, yo crecí «a pie de calle» en un pueblo, sin parques ni padres vigilando. Qué cursi estoy.
Te leí y recordé esta canción de Serrat.
Para que la disfrutes.