Nueva York no me impresionó. Me pareció pequeña. Todo era provisional. Al volver años después, me ocurrió lo mismo, nada. Puede que esté harto de las grandes ciudades.
Lo contaba hace ya días Antonio López en El País. Yo también estoy harta de las grandes ciudades y todo lo que conllevan.
¿Qué es lo que entra en mis pulmones cuando salgo a la calle?
¿Por qué tenemos que pasar tantas horas en una oficina, si podemos hacer lo mismo en casa, en menos tiempo y lejos de la gran ciudad?
¿Por qué es imprescindible gastar dinero siempre que sales de casa?
¿Por qué se me ensucia tanto el pelo aunque no me aplique espumas ni lacas ni nada de nada?
¿Por qué tengo que llegar despeinada al trabajo después de usar el transporte público en hora punta?
¿Cuánto de antinatural hay en el hecho de estar sentado todo el día?
¿No es una condena tener apenas dos horas al día para los hobbies? (a menos que renuncies a dormir 7-8 horas, y me niego)
Algunas de las preguntas sonarán ridículas, ya lo sé. Y no, no voy a solucionarlo yendo a bares de oxígeno ni pasándome la vida de spa en spa habiendo opciones mejores y más naturales.
Podría seguir, pero es lo que todos sabemos. Estoy harta de lo de siempre. Quiero calidad de vida sin tirarlo todo por la borda 🙁