He ido a ver El caso de la mujer asesinadita, de Miguel Mihura, una comedia ligerita en la que hay, en palabras del propio autor, «un pequeño asesinato». Los diminutivos salen solos al hablar de esta obra. Mihura es entrañable porque critica desde la ingenuidad, detalle que hace que su mensaje siempre sea esperanzador.
A la protagonista de El caso de la mujer asesinadita, Mercedes, no podía encarnarla nadie mejor que Isabel Ordaz. Los demás intérpretes no se quedan atrás, se nota que disfrutan en sus papeles y en la historia. Y la puesta en escena es una delicia, con esas letras luminosas que bailan al ritmo de Machín o Nat King Cole, ese hotelito decorado en tonos pastel y esos conjuntos tan Katharine Hepburn. Este montaje, además, gana en el recuerdo.
El caso de la mujer asesinadita se representa en el Teatro Fernán Gómez de Madrid hasta el 8 de junio.