No hay final, no hay comienzo. Sólo existe la infinita pasión por la vida (Federico Fellini).
Si la salud acompañara, ¿sería posible no cansarse nunca de vivir?
Para mí la infinita pasión por la vida es lo que siento cuando me levanto a las 7 los sábados y domingos. Despertarme más tarde ya lo siento como una derrota. No puedo creer que un día, ya jubilada, tenga todas las mañanas del mundo para mí. En ninguna hora del día tengo más ganas de leer, aprender, documentarme sobre cualquier cosa, salir a la calle, recrearme en el desayuno, coger el coche e inventarme recados y viajes…
(Todo esto considerando -lo cual está muy en duda- que el sistema soporte el peso de la jubilación de los de mi generación tal como ha soportado la de quienes hoy tienen 70).
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