Se me han subido los colores con este vídeo. Sabía que me pasaría, y por eso he esperado hasta hoy para verlo.
Para mí es una pequeña tortura oír a alguien recitar un poema. Cuanto más sobreactúa peor lo paso. Solo lo puedo soportar cuando lo lee el propio autor, y a duras penas.
A pesar de que estoy encantada con la iniciativa de El País, tiene un aroma caduco, de falta de savia nueva, muy sonrojante. Compraré la colección, sin embargo, por el placer de (re)encontrarme cada semana con uno de los grandes.
Lleva razón Sabina cuando recomienda a Jaime Gil de Biedma «porque es un poeta para que se acostumbren a la poesía los que creen que no les gusta la poesía».
Leer poesía es de todas las lecturas posibles la más íntima, por eso no me gusta oírla, no me gusta que me la reciten.
No sé, no soy capaz de sentir un poema sino le pongo mi propia voz en silencio.