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De casa en casa

Hablaba esta semana un lector del placer de vivir en babia. La frase me gustó por lo bien que me define.

Durante el último mes he vivido en cinco casas, sin contar la actual. Me explico: estoy buscando piso. Cada vez que veo uno dedico horas y horas a fantasear con lo que supondría vivir allí. La imaginación se me aviva y no hay quien me pare.

Dos días viví mentalmente en un ático con gran terraza junto a la Torre Picasso, luego en un salón de paredes acristaladas de Bravo Murillo, después en un «espacio de luz» desde el que se vislumbraba la sierra. Ahora ando trasteando por una casa con pasillo -es la primera que lo tiene- en Malasaña. Según me imagine en uno o en otro, la cabeza se me llena de luz, de ruidos o de escaleras de madera.

Mientras me decido, sigo subiendo peldaños pensativa.

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