En Taormina te esperan los hoteles de cinco estrellas, las tiendas caras y el horario europeo. No te dan de comer a partir de las tres, de forma que unos cuantos españoles acabamos en la Trattoria Giovanni, a unos pasos de Porta Catania, donde desemboca Corso Umberto I, la principal arteria de Taormina. Yo tomé unos suculentos tagliata con mozzarella y espinacas precedidos por unas riquísimas sardinas al limón.
En la montañosa Sicilia es habitual que el casco antiguo de los pueblos de playa esté en lo alto de un risco, supongo que por motivos defensivos. Taormina no es una excepción; subir en coche al centro histórico es una temeridad, quemas el embrague con tantas curvas cerradas y empinadas, y además es imposible aparcar. Así que lo mejor es dejar la macchina en el Parking Lumbi, señalizado en toda Taormina, y tomar allí mismo la lanzadera Navetta, gratuita y llena de turistas que gritan en cada curva como si estuvieran en la montaña rusa.
La Navetta te deja en Porta Messina, donde arranca Corso Umberto I, toda ella primorosamente restaurada para que los habituales de Taormina paseen su glamour por las chiesas, pasticerias y gelaterias. En la Piazza IX Aprile hay un mirador con impresionantes vistas del Mar Tirreno y la rocosa costa. Si miras hacia la izquierda verás el teatro griego.
Agrigento, 23 de abril de 2011
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