Lo habitual es sentarse a contemplar los templos tras las vallas, a diez metros de distancia, pero en Selinunte no hace falta irse tan lejos.
Estoy sentada en el interior del conocido como templo E, consagrado a la diosa Hera. A mi espalda, la cella, y a mi izquierda, a unos 500 metros, el mar. En medio, un campo de flores. ¡Y apenas hay turistas!
Parco Archeologico di Selinunte, 23 de abril de 2011
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