Por fin sol radiante en Kyoto a solo medio día de emprender el regreso a Tokio. Hoy nos hemos despertado con un hambre canina después de la cena de anoche a base de shabu-shabu. Cualquier plato de carne que no esté embadurnado en salsa es mi perdición estos días.
Acabábamos de regresar de Nara y allí habíamos visto decenas de puestecitos de brochetas. Olían que alimentaban pero para nosotros era la hora de la merienda y no procedía. Así que llegamos a Kyoto con un único deseo: comer carne https://vaigeneric.com/generic-viagra/. Dicho y hecho.
En los jardines del templo de Nara hay cientos de ciervos que se dejan acariciar y fotografiar. En los tenderetes del mercadillo de la entrada vendían galletas para darles de comer. A esa hora de la tarde parecían más que saciados y les atraía más un puñado de hierba.
El gran templo de Nara (Todai-ji) es el edificio construido íntegramente de madera más grande del mundo.
En su interior está la estatua de Buda más grande de Japón y algunos diablos que preferirías no ver de noche.
La otra gran atracción del templo es un grueso tronco de árbol horadado; el niño que lo atraviese alcanzará el Nirvana.
Camino a la estación nos detuvimos a admirar la pagoda de cinco pisos de Kofujuki, de las más altas del país y símbolo de Nara.
Y vuelta al hotel en la noche más fresca del viaje.
Desde luego que a veces apetece un buen solomillo en su punto, sera que las reservas de hierro nos bajan.
Que pena no ser niño y haber atravesado el agujero, tambien lo podrian hacer un poco mas grande y asi todos en el nirvana.
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