Son las 19.55, ya noche cerrada en Japón, y estamos volviendo a Tokio en el Shinkansen. Vamos en un vagón de fumadores porque eran las últimas plazas que quedaban, y ahora lamento no haber traído mascarilla. Bastantes personas la llevan en el compartimento, de hecho es muy común verlas por todas partes. Al parecer las usan tanto los alérgicos como los que están resfriados o con algún virus y no quieren contagiar a los demás.
Hoy en Arashimaya creo que hemos comido el equivalente nipón al cocido, por aquello de que se toma en varias fases. En una cazuelita de metal con tapadera y base de madera te sirven la carne muy especiada -ternera o pollo, yo elegí lo segundo- acompañada de verduras y arroz. En un cuenquito te vas sirviendo raciones hasta que solo queda arroz. Entonces lo pones en el cuenco junto con el caldo que te ha traído la camarera mientras tomabas la carne, y lo aderezas con algas y cebolla china. Dicho así suena bien, pero no. Lo que había en mi cazuela era una plasta, eso en mi pueblo es que se te pase el arroz. Si ya era difícil comerlo con la carne, echarle más agua caliente podía ser dramático. Así que me tomé la sopa miso que estaba incluida en el plato y me puse a pensar en el merecido postre.
El postre fue un helado de un puestecito que vimos junto al restaurante. Costó decidirse porque había propuestas la mar de poéticas: vainilla negra, sésamo negro con leche de soja, leche con sal, flor de cerezo, melocotón blanco… Fui cobarde y me tomé el de rare chocolate & cookies, preparada para todas las sorpresas que podía esconder el «rare». Pero sabía a helado de chocolate occidental.
Y una nota sobre la bebida: en el restaurante pedimos la única cerveza que tenían, Vedett Extra White. La camarera nos intentó explicar algo señalando la carta de sakes, con tal éxito que pedimos un sake y dos Vedett.
La Vedett, que según he comprobado es belga, resultó tener aspecto de cerveza muy clarita y sabor a sake, a patata o a algún ingrediente que no asocio a la cerveza. Claro que yo no soy cervecera. Así que me tomé dos tés verdes, que eran gratis y además los servían fresquitos.
Por lo que leo en Japon no como, si ya las cebollas paisanas no me gustan esas deben ser la repera.
Se me olvido daros un paquete de mascarillas, que pena, cuando vengas te encasqueto una caja.
Lo de esos vagones de fumadores, lo encuentro genial, asi no hay que bajarse en las estaciones para fumarse un pitillo con riesgo de perder el tren
Pues resulta q el shinkansen para 30 segundos en cada estación así que de bajarse al pitillo nada de nada.
Por otro lado yo no tengo nada en contra de los vagones de fumadores hasta que te toca viajar en uno, que horror! Al final tuve que tirar toda la ropa y me dolía la cabeza,
A mi me pareció que mi «cocido» japonés estaba muy bueno, es mas, repetí. La cerveza me srprendió al principio pero acabó gustándome mucho :-))
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