Son las 12. 14 y estoy sentada frente al Mandarake de Akihabara (Tokio) mientras los demás hacen las últimas compras frikis del viaje.
Ayer visitamos algunos barrios más:
Shibuya
El hotel de esta segunda estancia en Tokio lo tenemos en Shibuya, por lo que empezamos el día haciendo una visita al famoso cruce tras desayunar en el Krispy Kreme del barrio, un hit del viaje. En ese momento rodaban alguna promo de la versión 3D de la película El grito, y había decenas de encapuchados que transportaban un marco del que salía una cabeza con la cara cubierta por una densa melena negra. Hicimos el cruce con ellos y no descarto que estemos en unas cuantas grabaciones. ¡Yo misma lo grabé todo!
Después nos acercamos a ver la estatua del perrito Hachiko, que venía cada día a la estación a recoger a su amo incluso después de que muriera. Dos japonesitas con camisetas de Batman me pidieron que les hiciera una foto con él.
Tokyo Tower
Después cogimos el metro hasta Shiodome para ver de cerca la Tokyo Tower. Como había bastante bruma descartamos subir y visitamos el cercano templo Zojo-ji, donde se celebraba una ceremonia. Por algunos detalles -una urna, una foto de un señor en el altar, una familia formalmente sentada al pie del altar- dedujimos que se trataba de un funeral. Aun así, un grupo de turistas hindúes hizo fotos sin parar.
Omotesando
A continuación paseamos por la zona de shopping de Omotesando, donde hay tiendas de las marcas de lujo -Loewe, Gucci, Tod’s, Louis Vuitton, Burberry…- y de cadenas como American Eagle. El estilo de los edificios, el amplio bulevar y el estilismo de las japonesas en esa zona te hacía pensar que estabas en Europa más que en Asia.
Harajuku
Y desde Omotesando enlazamos con Harajuku. Como a Gwen Stefani, a mí me encantó este barrio. Hasta ahí lo que tenemos en común. A medida que nos acercábamos a la calle de tiendas más animada, Takeshita Street, veíamos más y más cosplay. El arte de combinar vestidos y accesorios pastel, encajes, lazos, puntillas, delantalitos, pasadores, sombrillas y zapatos de charol no tiene límites para las chicas Harajuku.
Parque Yoyogi
El tiempo empeoró cuando estábamos al final de Takeshita Street, junto a la tienda oficial del grupo jpop AKH47. Los truenos y relámpagos provocaron gritos de pánico entre las chicas Harajuku. Corrimos a resguardarnos bajo la marquesina de madera de la entrada del parque Yoyogi y allí permanecimos hasta que pasó la tormenta. En el parque se venera al Emperador Meiji y la Emperatriz Shoken, en agradecimiento al impulso que dieron a la industrialización y modernización de Japón. En su honor hay expuestas decenas de barriles de sake y de vino de Borgoña. Tras recorrer el frondoso- casi diría que umbrío, aunque precioso- parque lo abandonamos en medio de un furioso vendaval.
Shibuya
Terminamos el día con un paseo por Shibuya de noche y una visita al L’Occitane Café del cruce, donde me tomé un zumo de legumbres. No sabía que esta marca había entrado en la hostelería.
Ya me contaras a que sabe eso.
Por lo que veo la gente no se corta un pimiento y menos las adolescentes a la hora de disfrazarse.