Estoy en una cabañita en la costa sur de la península de Snæfellness. Desde la ventana veo el volcán que le da nombre, Snæfell (1.833 m.), la segunda montaña más alta de Islandia después de Hvannadalshnjúkur (2.109,6 m.), que está en el sureste del país bajo el glaciar Vatnajökull. Las alturas son moderadas comparadas con nuestro Teide, por ejemplo, que mide 3.718 m. Pero ya he comprobado que este no es un país de alturas.
En Snæfellness ambientó Julio Verne la bajada al centro de la tierra de su novela de 1864. Este paisaje se empieza a parecer a lo que yo andaba buscando en Islandia después de dos días recorriendo Reykjavik y el Círculo dorado. Las carreteras que recorrimos para llegar desde Pingvellir ya apuntaban maneras:
Aunque hace frío -(10-12°) cuando llegamos ayer por la tarde- y un viento fortísimo, el agua del Atlántico norte no está demasiado fría, y el mar está tan tranquilo que apetece bañarse. La playa que hay frente a la cabaña es inmensa y dorada, sin más criatura viviente que centenares de aves marinas.
Una pena que no haya focas -me muero por ver alguna-, hasta hoy solo he atisbado una nadando en pleno vendaval en Garoskagi, en el extremo noroccidental de la península de Reykjanes.
La verdad es que es un paisaje extraño, pero muy relajante.
La pelicula de Julio Verne me gusto la primera que se hizo, las demas mas conseguidas en efectos, pero no tan entrañable
[…] cabañitas en Snaefellsness Y, en general, toda esta península, siempre con el volcán de Julio Verne en el horizonte. Reconozco que no siempre acertamos con el alojamiento y alguno fue de los más […]