Basta que no tenga tiempo ni ganas de cocinar para que no deje de pensar en comida, hasta tal punto que me he entretenido haciendo una lista de platos memorables:
El mousse de gofio de El Silbo, en Hermigua, La Gomera.
Las cookies de chocolate de los amish del condado de Lancaster, en Pensilvania.
La raya a la mantequilla negra de La Tasquita de Enfrente, en Madrid.
El rissotto Joselito de Rita & Champagne, en Madrid.
Los gnocchis con salsa de pistacho de la Taberna Sveva de Siracusa, en Sicilia.
El chuletón de buey de El Molino de la Losa, en Ávila.
Comida griega en Grecia… y en especial en un restaurante rural de Creta bajando de Knossos o Festos (no recuerdo bien).
El batido de chocolate de Shake Shack (en concreto probé el del Upper West), en Nueva York.
La paella y el salmorejo de casa.
Los huevos benedictine de Ellenborough Park, en los Cotswolds.
La tarta de queso desestructurada de Gin Table Bistro, en Madrid.
La hamburguesa que «diseñé» en el The Counter de Times Square, Nueva York.
Los tomates de El Qüenco de Pepa, en Madrid.
El jamón asado de El Rodri, en Motril.
La napolitana de chocolate de La Mallorquina, en Madrid.
La leche merengada de Aquilino, en La Vall d’Uixó.
La sopa de pescado de Gamla Rif, en la península de Snaefellsness, en Islandia.
El puré de patatas con setas de Ai Gondolieri, en Venecia.
El gofre de chocolate que vendían en Mister Gofre, en la calle del Carmen de Madrid. Cerraron hace años.
El yakitori que tomé en un establecimiento a la entrada a Fushimi Inari, en Japón.
La entraña de ternera de El Camoatí, en Madrid.
El pan bimbo con nocilla. Tiene que ser un pan de bolsa recién abierta, y cantidades generosas de nocilla para que aprietes y se derrame por los lados.
Tienen una pinta estupenda, lo malo para mi es que siempre tengo que preguntar.¿ Tienen ajo o cebolla?