Martha’s Vineyard nos suena por haber sido destino de vacaciones de varios presidentes americanos, porque allí se estrelló la avioneta de John F. Kennedy Jr. y como localización del primer Tiburón (esto último lo acabo de saber). Pero esta isla frente Cape Cod, Massachusetts, también se estudia porque durante mucho tiempo fue testigo de un particular bilingüismo: el de la lengua hablada y la de signos.

La endogamia y la intervención de un gen traído por los primeros colonos ingleses llevaron al nacimiento de muchos sordos en la isla. Tantos que hasta los no sordos empezaron a hablar con señas incluso cuando no era necesario, usando la variedad propia del lugar, conocida como MVSL (Martha’s Vineyard Sign Languaje). Con la afluencia de turistas dejaron de formarse parejas entre los descendientes del gen, y el último sordo nació en la isla en los años cincuenta del siglo XX.
Un detalle curioso de la lengua de signos estadounidense es que, contrariamente a lo que esperaríamos, se parece más a la que se usa en Francia que a la británica. El origen está en la labor del pedagogo francés Laurent Clerc, fundador de la primera escuela para sordos de Estados Unidos en 1817 en Hartford, Connecticut.