Se dice que la persona más longeva de la que hay noticia es la francesa Jeanne Calment (1875-1997): vivió 122 años, 5 meses y 14 días. Aunque también hay sospechas de que en algún momento su hija Yvonne se empezó a hacer pasar por ella, y así consiguió sumar otra vida al recuento.
Fuera Jeanne o Yvonne, muy mala inversión hizo el notario que compró su piso en 1969 por el sistema de en viager, que permite ir pagando una vivienda mientras el propietario sigue instalado en ella. El notario murió en 1995 (dos años antes que Jeanne – o Yvonne-) sin haber llegado a ocupar la casa y habiendo gastado más de 200.000 euros en la compra.